No debemos
olvidar que la Historia se escribe en el continuo devenir de acontecimientos,
en el día a día… Por ello es importante tener en cuenta lo necesario que somos
todos y cada uno en la Vida de la Hermandad y nuestra participación debemos entenderla
como fundamental, al igual que lo hicieron nuestros antepasados (vaya desde
aquí nuestro homenaje a todos ellos).
La presente
reseña de nuestra memoria, se basa en el estudio del que fuera magnífico
Secretario, y a quien tanto debe agradecerle esta Cofradía, N.H.D. José Bermejo
Avila. Los datos, que hoy se hacen públicos aquí, están recopilados de
distintos Archivos (Palacio Arzobispal de Sevilla, los propios de la Hermandad
, etc.); pero no lo damos por cerrado sino que, es intención de esta Junta de
Gobierno ampliarlo, contando con vuestras aportaciones y con nuevos trabajos de
investigación.
No se tienen
noticias exactas de la fundación de la Hermandad de Nuestro Padre Jesús
Nazareno y Señora Santa Ana porque, aunque se creía que había tenido principios
a mediados del s. XVIII en cumplimiento del legado de María Ximénez, documentos
que obran en el Archivo del Arzobispado de Sevilla, parecen indicar que ya
existía con anterioridad a esta fecha y, lo que se hace entonces es
reorganizarla y fundar el Hospital que el testamento mandaba. Desde luego, lo
que es seguro es que, cuando se produce el legado de María Ximénez, ya existían
las Imágenes, por lo que no parece descabellado pensar que también había
existido Hermandad que les diera Culto.
Parecen apoyar
esta creencia documentos que se encuentran en el legajo 126 del Archivo del
Palacio Arzobispal de Sevilla, en uno de los cuales se relata que, en 1756, D.
Felipe Ladrón de Guevara, en nombre de la Hermandad de Nuestra Señora de la
Soledad y Santa Veracruz de la Iglesia de San Francisco inicia un expediente a
la Hermandad de Ntro. Padre Jesús Nazareno y Señora Santa Ana por la propiedad
de la Imagen del Nazareno, alhajas y capilla y, en otro también de la Veracruz,
le disputa la pertenencia del Nazareno y le pone un pleito por la venta de un
cáliz.
De estos
datos y del hecho de que la actual plaza de Santa Ana se llamó antiguamente de
la Veracruz, mientras que la Ermita siempre se ha llamado de Nuestro Padre
Jesús y Señora Santa Ana, se puede deducir que existió alguna vinculación entre
ambas Corporaciones y que, la de la Veracruz, residió durante algún tiempo en
la Ermita.
Bien pudo
ser que, en la reducción de las Cofradías ordenada por el Consejo de Castilla
el 4 de febrero de 1623, ambas corporaciones fueran convertidas en una sola,
con sede en la Ermita de Nuestro Padre Jesús Nazareno, volviendo posteriormente
la de la Veracruz al Convento de San Francisco, o que esta Hermandad residiera
en la Ermita por cualquier por otra causa y, al marcharse, creyera tener
derechos de propiedad sobre las Imágenes y enseres que allí quedaron.
Lo que sí
está documentado por las Reglas de 1830 y por los documentos existentes en el
Palacio Arzobispal de Sevilla, (legajo 128), es la reorganización de la
Hermandad en cumplimiento del legado de María Ximénez. Esta Señora, vecina de
Constantina y viuda de D. Juan Pérez, por testamento otorgado en 1736, lega
todos sus bienes o parte de ellos para que, a su muerte, se construya un
hospital, anejo a la Ermita de Nuestro Padre Jesús Nazareno y Señora Santa Ana,
que recoja y cure a las mujeres sin recursos.
Poco tiempo
después fallece María Ximénez, lo que podemos fijarlo hacia 1740 esta
reorganización de la Hermandad, obteniendo licencia del Ordinario para sus
Reglas y empezó a labrar el Hospital. No hay otras noticias hasta el año 1756
en que, en un documento se la titula como "Hermandad de Señora Santa Ana
,Santa Lucía y Nuestro Padre Jesús Nazareno", y en otro de 1770, de un
pleito que le ponen por la venta de una casa en la calle Heces. En 1795,
posiblemente en cumplimiento de la Real Orden del Carlos III de 25 de junio de
1793, que obliga a las Cofradías a presentar nuevos estatutos, son aprobadas
por la Real Audiencia unas nuevas Reglas, que constan de veinte Capítulos.
Aunque
aprobadas por la Real Audiencia, la aprobación eclesiástica se retrasa hasta
1800, debido a un pleito entablado en 1795. Dicho pleito se debe al
incumplimiento del legado de María Ximénez, "por dedicar el dinero a
labrar las casas anejas a la Ermita y las obras del Hospital!", que eran
los muros del corral, (antes de construirse lo que hoy es el edificio que
alberga Cáritas Parroquial), "llevan cincuenta años paradas". La
Hermandad alega que, en las habitaciones de abajo, tienen instaladas varias
camas que son suficientes para las necesidades y que, arriba, viven las
personas que cuidan del Hospital.
Como
consecuencia de este pleito, La Real Audiencia de Sevilla intervino todos sus
bienes, prohibió sus Cabildos y nombró Mayordomo para que administrase sus
propiedades, rindiendo cuentas a la Jurisdicción de Sevilla. En un expediente
del Palacio Arzobispal de Sevilla, de 1800, se dice que las Reglas de 1795 aún
no están revisadas, siendo aprobadas en el transcurso de esta año, "pero
que la referida (Hermandad) establecida en Constantina es antigua, según
indican los documentos reconocidos, tiene Capilla propia,…" En el año
1804, por Real Orden, se le vendieron todos los bienes que poseía.
Aunque la
Hermandad siguió constituida como tal, debido a que desde la fecha de su
intervención había dejado de recibir hermanos, fue decayendo, y así continuó
hasta el año 1830 en que un grupo de devotos, con la anuencia de D. José de
Neyra y Fajardo, uno de los dos únicos hermanos de la Cofradía que vivían y que
era el Mayordomo nombrado en último término por la Real Audiencia, solicitan de
la Autoridad Eclesiástica licencia para renovar la Antigua Hermandad,
elaborando una actualización de las Reglas, que el 14 de Agosto de dicho año,
son presentadas al Excmo. Sr. Cardenal Arzobispo de Sevilla, el cual en su
Palacio de Umbrete , las aprueba el dos de septiembre del mismo año.
Comenzó un nuevo período para la Hermandad, del
cual no se tienen más documentos que las Reglas, pero de nuevo volvió a decaer
hasta que en 1874, un grupo de devotos y hermanos que quieren sacar la Imagen
del Nazareno en rogativas, se encuentran con que la Ermita en tal deterioro y
abandono que "ni aún velas había" . Preocupados por el estado en que
se encuentran las Imágenes, acuerdan solicitar autorización para una nueva
renovación de Reglas, que en lo básico siguen siendo las mismas que las de
1830. A partir de entonces se conservan los Libros de cuenta y Actas de los
Cabildos de Oficiales de la Junta de Gobierno, por lo que sabemos que la vida
de la Cofradía fue floreciente, cubriendo todos sus cargos anualmente;
enriqueciendo su Patrimonio y celebrando su Estación de Penitencia.
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